jueves, 2 de agosto de 2012

Vargas Llosa: "Lo que se espera hoy del artista es la pose y el escándalo"

Mario Vargas Llosa no deja indiferentes a sus lectores. Sea en la novela, en su sección periodística (Piedra de Toque) o con sus ensayos el Nobel de Literatura 2010 siempre sale en defensa de sus principios e ideas liberales. Lo hizo de nuevo en "La civilización del espectáculo" (2012), lectura obligatoria para periodistas y publicistas así como para creadores o consumidores asiduos de productos culturales.

"En nuestros días, en que lo que se espera de los artisas no es el talento, ni la destreza, sino pose y el escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo. Lo que era antes revolucionario se ha vuelto moda, pasatiempo, juego, un ácido sutil que desnaturaliza el quehacer artístico y lo vuelve función de Gran Guiñol", explica en un momento del libro.

He recordado cosas como las discusiones mantenidas hace años con una periodista que confundía espectáculos y cultura. Es una confusión extendida, e incluso periodistas que llevan muchos años en el tajo se han olvidado de lo que es realmente importante y lo reemplazan por lo "visualmente relevante" o atractivo. Cultura no es simple imagen, es reflexión estética, no necesariamente provocación sino introspección fructífera, confiarse a la visión del otro y ser llevados adonde un no se imaginaba.

"Los espectadores no tienen memoria; por esto tampoco tienen remordimientos ni verdadera conciencia. Viven prendidos de la novedad", señala el escritor peruano, hábil a la hora de sus juicios por ser capaz de entrever los abusos en sociedades muy desarrolladas, pero también en las emergentes, en las que se están haciendo.

Vargas Llosa reflexiona sobre varios elementos pero me quedo con uno: el del periodismo, del que dice que el hecho en papel "se encoge y retrocede ante la competencia audiovisual y digital". Verdad como pocas, es una lucha por la prevalencia de las ideas o de las formas.

Para terminar, una cita larga pero bastante completa, a propósito de lo ya dicho: "No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, que ha contribuido a forjar. Ésta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso de moririr del mundo que nos ha tocado, a nosotros los afortunados ciudadanos de estos países a los que la democracia, la libertad, las ideas, los valores, los libros, el arte y la literatura de Occidente nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no solo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración".

Por cierto, dedica el ensayo a un gran amigo suyo (A Juan Cruz, siempre con su libreta y su lápiz) y lo abre con una frase de Vicente Huidobro (Las horas han perdido su reloj).