jueves, 17 de abril de 2014

Muere El Gabo, morimos

Nunca le entrevisté pero nos cruzamos muchas veces en los mejores años de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2004-2012). Sonreía, quizás se sentía apabullado con la fama que le acompañaba y que le impedía disfrutar ya del silencio, del incógnito, de la vida como era antes de convertirse él mismo en lengua, en sueños, en ser literatura viva, que camina. Admirado, adulado, leído con pasión, añorado cuando no estaba, cuando estaba pero también cuando callaba.
En México coincidí con él varias veces, nunca le entrevisté, mejor. Me quedo con sus historias, "Crónica de una muerte anunciada", el primero, "Cien años de soledad", inmenso, "El amor en los tiempos del cólera", una recomendación antes de que que comenzaran los viajes largos, de vida.
Hace unos meses escribí esta historia de su vida en México. Gracias México por tenerlo tan cerca y por conocerlo, a través suyo, a través de otros, de Álvaro Mutis sobre todo. Aquí queda el testimonio en un Jueves Santo muy triste, de un dolor distinto:

México, país de acogida de exiliados argentinos, españoles o chilenos en tiempos dictatoriales, se convirtió también
en el hogar del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, quien llegó al país hace más de medio siglo y lo convirtió en cuna de su novela más universal, "Cien años de soledad" (1967).
"A México le hice llegar yo", dijo el también escritor Álvaro Mutis sobre la llegada de Gabo, quien a fines de los años cincuenta estaba en apuros en Colombia "y después le convencí para que se
viniera para acá".
Un viaje circunstancial que estaba previsto que durara apenas una semana se convirtió en definitivo para García Márquez (Aracataca, 1927), quien recordó que su llegada coincidió con "el día que se mató (Ernest) Hemingway", el 2 de julio de 1961.
"Lo sé porque exactamente en la mañana me llamó (el escritor mexicano) Juan García Ponce y le dije, 'qué hay de nuevo'". Este me contestó: '¡¡Qué hay de nuevo!! ¡Que el cabrón de Hemingway se partió la madre de un escopetazo!", recordó el autor de "Crónica de una muerte anunciada" (1981).
El plan inicial de García Márquez era estar "una semana" para visitar a Mutis "y de eso hace cincuenta años", llegó a decir el laureado autor de mil historias hermosas, que con el tiempo se fue vinculado de manera más estrecha a México.
La idea de Gabo fue entonces dedicarse al cine, un arte cuyas claves había aprendido en Roma (Italia).
México era entonces "el país soñado al que todos queríamos llegar, el punto de referencia en América Latina al que todos mirábamos desde el sur como el sitio asombroso y bello" y fue para él y para Gabo un "refugio creador, un país cuya gente y cultura son una fuente inspiración", recordó hace años Mutis.
Precisamente fue Álvaro Mutis quien recomendaría a García Márquez la lectura de "Pedro Páramo" (1955), la gran novela de Juan Rulfo años antes de que el Nobel colombiano encontrara el hilo que le condujo a "Cien años de soledad", una obra que el propio Carlos Fuentes considera el "Quijote americano".
Como ha contado García Márquez en varias ocasiones, fue en 1965 en el sur de México cuando el escritor sintió la inspiración definitiva para escribir la novela que relata la historia de la familia Buendía ambientada en el pueblo imaginario de Macondo.
En enero de 1965 Gabo viajaba en automóvil con su familia desde Ciudad de México a Acapulco cuando a la altura de Cuervanaca, tuvo un percance y decidió desistir de la travesía. Una de las múltiples conjeturas "macondianas" sobre el episodio indica que una res se le atravesó en el camino, le averió el vehículo y le obligó a regresar a casa, pero todas la versiones, incluidas las contadas por él, coinciden en que en ese instante
vislumbró las claves que buscaba para escribir su primera gran novela.
"La tenía tan madura que hubiera podido dictarle allí mismo, en la carretera de Cuernavaca, el primer capítulo, palabra por palabra, a una mecanógrafa", diría García Márquez mucho después, al evocar
aquel momento mágico.
A partir de entonces el autor colombiano se encerró durante dieciocho meses en su estudio de Ciudad de México provisto de grandes reservas de papel y cigarrillos a escribir.
Mutis, Fuentes y Julio Cortázar, que leyeron parte de los originales, tuvieron la impresión de que su amigo y colega estaba elaborando una obra inmortal desde las primeras líneas de la obra: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su
padre lo llevó a conocer el hielo".
A finales de 1966, la editorial argentina Sudamericana aceptó, deslumbrada, los textos mecanografiados y en 1967 publicó "Cien años de soledad" con un enorme éxito.
En su media vida en México García Márquez cultivó amistades con algunos de los más importantes creadores pero vivió alejado de los reflectores la mayor parte del tiempo, especialmente en sus últimos
años.
Del autor colombiano el mexicano Carlos Fuentes llegó a decir a propósito de sus 80 años que había en él "un mito de la fundación del mundo y también una ética de la destrucción del mundo" entre las
cuales "se interpone el poeta, el narrador".
"Es transatlántico, es español, es hispanoamericano, piensa y escribe en español aunque se reconoce en el rostro del mundo", llegó a decir el escritor mexicano en Cartagena de Indias sobre su colega y amigo colombiano.
Post mortem.- Hoy puede ser un gran día para empezar a escribir un diario porque Gabriel García Márquez se fue.