sábado, 2 de noviembre de 2013

Alberto Patishtán, un símbolo de lucha contra la injusticia.

Hace dos días viví uno de esos episodios imborrables en mi vida en México. Un maestro indígena injustamente acusado de haber asesinado a seis policías, Alberto Patishtán, quedaba libre al ser indultado. La sociedad civil que le ha acompañado todos estos años dio por bueno el resultado. El medio era lo de menos pero la vía para conseguirlo fue la excepción, un indulto presidencial, vamos, una excepción.
La noticia no contada aquel día fue la derrota del sistema de justicia penal mexicano, que sigue lleno de irregularidades. Es un mecanismo de injusticia, de sometimiento del enemigo, de anulación de las personas, especialmente si son pobres o indígenas. El dinero y los contactos son el último modo de acabar en este país con las injusticias.
Patishtán fue aplaudido y ensalzado como un hombre de paz y sin rencores. Cree que hay que seguir luchando por todas esas personas encarceladas injustamente en México. Son cientos, o miles, quizás decenas de miles pero ahora cuentan fuera de las prisiones mexicanas con alguien que les escucha, que les de conoce y que sabe lo que han pasado.
Patishtán dijo que habían tratado de neutralizarle y luego le hicieron más fuerte. Es cierto, sus enemigos construyeron un símbolo de la lucha contra los procesos indebidos y las arbitrariedades. Un símbolo, algo que ya será imposible anular sin que ello tenga un gran coste político... Viva el maestro Patishtán, y que con todo y su enfermedad, dure muchos años...

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