martes, 21 de febrero de 2012

Juan Villoro, cien cuentos

El polifacético escritor mexicano Juan Villoro celebró a la editorial mexicana Almadía con la publicación de "¿Hay vida en la Tierra?", una recopilación de textos que nacieron periodísticos pero han devenido literarios.
Villoro es un maestro, escribe con pasión y entusiasma a editores tan audaces como Jorge Herralde, que está casado con su prosa.

No hay mejor modo de celebrar algo que con una fiesta, y así se puede considerar el libro publicado por Almadía. Es un camino cruzado entre el periodismo y la literatura. Raro que un escritor dé valor al buen periodismo. Villoro cultiva la crónica y aprendió a hacerlas mejores escuchando los consejos del desaparecido Carlos Monsiváis, a quien se sigue echando de menos en México.

"El mundo es caótico, indescifrable, muchas veces absurdo, abusivo, pero de reepente, en algunos de sus rincones, aparece perfectamente estructurada una historia", afirma Villoro. Parece que su único trabajo, y no es poco, es saber encontrarlas e imprimirles su tono, su cadencia.

Otra frase para terminar: "Yo quise, a través de cien historias, trazar un cuatro de costumbres, reflejar cómo estamos viendo, padeciendo, ilusionándonos en estos tiempos en que parece que las máquinas resuelven tantas cosas por nosotros y que muchas veces nos convertimos en simulacros de nosotros mismos. Necesitamos un password para todo, un pin, y olvidamos un poco cómo nos estamos comunicando en lo diario. Los misterios de lo diario, que están ahí, como un ruido de fondo, es lo que he tratado de captar". Sueños.

viernes, 17 de febrero de 2012

La mala cara de Catherine Ashton

Hace unos días visitó México la Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, la británica Catherine Ashton. El 10 de febrero pasado estaba invitada a la más antigua de las universidades latinoamericanas, la Nacional Autónoma de México (UNAM), y fue recibida por el decano de la Facultad de Ciencias Políticas.

Ashton iba a dar una conferencia con un título convencional: "El papel de la UE en el mundo". Se había llenado el auditorio del Museo de Arte Contemporáneo Universitario (MUAC) de gente y de prensa, que la siguió durante los tres días de su visita. Expectantes, Ashton tardo algo en aparecer. Pero minutos antes de hacerlo sus adláteres, varios funcionarios procedentes de Bruselas, trajeados, serios, empezaron a mirar con desconfianza a la bulliciosa grada. Comenzaron a apuntar con el dedo, como no se hace en casa ajena, menos siendo uno el invitado. Poco antes de aparecer la representante de la UE se pidió a la prensa abandonar la sala. La orden se matizó: "Tendrán cinco minutos para hacer su trabajo. Después, fuera".

La situación era embarazosa para el personal de la UNAM, para todos menos para el decano de Ciencias Políticas, Fernando Pérez Correa, quien no le puso peros a los funcionarios europeos. Lo increíble se consumó. Ashton comenzó a hablar, trató de hacerse la simpática y tardó diez minutos en callarse, sin lograrlo. Hablaba de derechos humanos, de lo importante que es la UE, y del respeto a sus socios. De repente se hizo el silencio, se sentó y se calló. Los periodistas desalojamos en poco tiempo el auditorio, los estudiantes no chistaron, no protestaron... Un insulto europeo.

El resto de la ponencia, las preguntas y respuestas, casi no se escucharon por el sistema de audio instalado fuera de salón. La charla fue intrascendente y al día siguiente las crónicas no hablaron de las excelencias europeas sino de la situación tan desafortunada, ofensiva, que se vivió en la UNAM. Un triste y lamentable espectáculo, una lección de falta de diplomacia y modales. Todo un despropósito.

jueves, 9 de febrero de 2012

Garzón deja de ser juez

El juez Baltasar Garzón dio hoy la vuelta al mundo. Quedó inhabilitado por diez años en una sentencia dudosa por la gravedad de la pena que impuso, por la severidad del veredicto, ante un magistrado que lo ha dado casi todo por la justicia. Digo casi porque Garzón impuso un estilo ajeno al del Poder Judicial en España, hermético, corporativista, poco abierto a la sociedad.

En México no es distinto. El mundo de la ley hace mucho que se alejó del hombre y del cotidiano con algunas excepciones como Garzón. Sin duda, el magistrado español tensó la ley hasta el límite, rebasó seguramente con las escuchas ilegales que ordenó el límite de la ley, pero su paseo por el abismo pudo no haber sido una caída. El caso se pudo haber resuelto con una amonestación, con una recusación, con separarle del cargo unos meses, o algún año, no los once de la pena. Garzón es un juez pero también un símbolo de la justicia, un hombre progresista que le hizo un bien inmenso a la sociedad española en batallas contra el narcotráfico y el terrorismo, y a la justicia internacional, en las causas por las desapariciones en Argentina o en el procesamiento de Augusto Pinochet, humillado en vida por los crímenes del pasado con la ley en la mano.

Me queda claro que no hay verdades únicas, me queda claro que también los acusadores tienen algo de razón en el caso del juez más mediático, más político, de la judicatura española. Lo que no entiendo es que se me trate de vender una sentencia de ejemplaridad en un sistema dudoso, arbitrario a veces, subjetivo, y que hace agua tantas y tantas veces. Humilla ver a Garzón convertido en víctima porque es un triunfo de la justicia facciosa, un triunfo de las medias verdades, una victoria del Estado de Derecho convenienciero. No creo en democracias como es que juzgan solo cuando les conviene, que buscan chivos expiatorios, que olvidan la historia y que pretenden pasar página sin entender que hacer justicia exige de un peso moral mayor del que tiene un Tribunal que a sí mismo se hace llamar Supremo siendo falible. Tiempo al tiempo, la última página del caso se leerá en Estrasburgo, en unos años, probablemente.

viernes, 3 de febrero de 2012

Encrucijada

Hace tres meses que no venía por aquí pero fueron intensos. A menudo cuando suceden acontecimientos importantes me alejo de la escritura, parálisis. Debe ser una patología heredada del periodismo del día a día.
Hice una cobertura extenuante en la Feria del Libro de Guadalajara 2011 (FIL), por la que fui felicitado a pesar de salir vacío de ella. El periodista ahora debe hacer textos, vídeos y cualquier cosa para sobrevivir. Son tiempos de crisis y más en empresas públicas españolas. O sea, que la de Guadalajara fue una feria con información pero en otros formatos, y alejada calor de los salones, muy corta, poco literaria.

Sin embargo algunas crónicas me dejaron muy satisfecho. Destaco la entrevista con el ilustrador británico Anthony Browne, la entrevista con el polaco Adam Soboczynski, la realizada al suizo Peter Stamm , y la crónica final sobre el "apapacho" .

Le faltó cocinarse un poco más a la FIL 2011, le sobró tiempo de Sala de Prensa y le faltó más diálogo, más contacto con los editores y autores. No faltó un arte popular en la FIL, lo que Jorge Herralde define con tino como "explotar el valor lúdico de la noche", las fiestas de largo que conmemoraron los XXV años de la mayor Feria Internacioanl del Libro en lengua española.

Para 2012 prometo mucho más pero más alternativo. Y sobre todo más generosidad y regularidad.