sábado, 26 de marzo de 2011

Censura oficializada

México cuenta ya con un pacto para la censura. El pasado 24 de marzo un grupo de medios de comunicación liderado por Televisa y TV Azteca firmó un pacto para tratar de no hacer apología de la violencia ligada al crimen organizado. Sellaron un acuerdo de diez puntos cuya firma ha tenido cierta repercusión internacional .

La decisión me parece un desatino. Los medios de comunicación mexicanos, acosados por la delincuencia organizada, han dejado de informar y ahora tratarán de minimizar la cobertura de algunos acontecimientos crueles o de alta trascendencia social. Es decir, la autorregulación se ha convertido en censura acomodada, podríamos decir oficializada. Si bien ningún funcionario del Gobierno de Felipe Calderón acudió a la firma del acuerdo, transmitida en directo por canales de televisión privados como si de un espectáculo "prime time" por el bien de la sociedad se tratase, el espíritu del acuerdo encierra puntos preocupantes que se parecen mucho, demasiado a la censura. Veo el acuerdo como un modo de acotar la libertad de expresión .

¿Cómo es posible que los medios de comunicación acuerden ahora "no convertirse en voceros involuntarios" de la delincuencia organizada? (Punto 2) ¿Quién valorará esa circunstancia? ¿Quién determina cómo se debe "dimensionar adecuadamente" la información? (Punto 3).

Y el más grave de todos, el punto décimo: "No interferir en el combate a la delincuencia. Los medios no deben difundir información que ponga en riesgo la viabilidad de las acciones y los operativos contra la delincuencia organizada o que comprometan la vida de quienes la combaten o la de sus familias". ¿Quién informará ahora de los abusos cometidos por soldados mexicanos contra la población civil? ¿Quién cuestionará la estrategia del Gobierno que se dice dispuesto a modificar su estrategia sin haberla enmendado ni un ápice? Al final trataban de arreglar el desaguisado de ese último punto: (Continuación) "Pero no se debe renunciar a cuestionar la efectividad de las acciones del Estado en el combate al crimen organizado".

En una democracia moderna los medios de comunicación actúan con autonomía y sentido de responsabilidad, no se unen para mostrarse ante la sociedad como una conciencia única de lo que está bien o lo que está mal. No moralicemos, informemos.

lunes, 7 de marzo de 2011

Presunto culpable, K.O.

Dos abogados mexicanos han lanzado un documental que desnuda las carencias del sistema de justicia mexicano. Un joven, Antonio Zúñiga, "Toño", es víctima de una falsa acusación de homicidio y condenado a veinte años de cárcel.

Los abogados, Layda Negrete y Roberto Hernández, meten las cámaras en el juicio y lo graban. Si bien la Constitución mexicana garantiza que los juicios sean públicos, este ha sido todo un escándalo porque el acusado "Toño" es víctima de las incompetencias del juez, de la fiscal y de un sistema de justicia pervertido y absurdo, basado en expedientes escritos y sin apenas importar la vista oral.

Las fallas del caso, detectadas a tiempo, permitieron montar una defensar firme para Toño y sacarle... tras cuatro años en prisión. El documental llevaba dos semanas en cartelera pero una juez ha logrado su suspensión provisional porque el único testigo del caso, que acusa falsamente a "Toño" y que era menor en el momento del juicio, jamás dio su consentimiento al uso de su imagen y se dice perjudicado. Lleva razón, pero la juez anula con su proceder la difusión a una película que pone en evidencia a todo un sistema de justicia, el mexicano, que hace agua por los cuatro costados.

No es el único juicio amañado, pervertido, viciado, que ha habido en México. Muchos se desconocen, otros como el de la francesa Florence Cassez, condenada a 60 años por secuestro, están seriamente cuestionados. No pongo la mano en el fuego por el sistema penal de este país, ni por un documental que contiene un par de fallos graves en su elaboración pero que encierra un mensaje fundamental: la democracia mexicana está pervertida por un sistema de justicia que no es creíble ni justo, que la pone en peligro y que tiene que cambiar ya. Fin a las simulaciones.