lunes, 30 de noviembre de 2009

Guadalajara, la fiesta de los libros

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es una feria en mayúsculas. No es un certamen, se entregan premios pero no son lo medular. Hay autores famosos pero también otros menos reconocidos cuyo mérito es publicar en este mundo hipermediático. En la gran fiesta del mundo y los negocios editoriales en español el gran protagonista es el libro, ni más ni menos.

A su lado está la lectura, el hábito que da sentido al libro y que, además, ha extendido su presencia a internet, espacio de libertad (todavía), de guerras culturales futuras posiblemente, como el agua lo será de las grandes batallas de la humanidad algún día.

En Guadalajara no se pelea por la cultura, se pone en común. Se comparte. Hay protagonismos, premiados, famosos, grandes editores, pequeños, lectores anónimos y ávidos, lectores casuales, amantes del cine, de la música, curiosos, visitantes casuales, estudiantes interesados en leer y otros que se frotan las manos por pasar un día distinto, fuera de las aulas.

En la medida en que la FIL conserve este espíritu, juvenil, irredento, abierto, seguirá siendo una enorme, una gran fiesta de los libros. Un objeto tan cuestionado, con un futuro que dicen que peligra, yo no lo creo, ha logrado abrirse un espacio magnífico, poco reverencioso y muy dinámino, una fiesta de los libros y de la lectura por delante de los demás intereses.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los soñadores

"Toda ciencia antes de serlo es ciencia-ficción", afirmó el presitigioso biólogo canadiense Paul Hebert. Estos días se ha reunido con varios cientos más en México para poner en común los últimos avances de la llamada Iniciativa del Código de Barras de la Vida (IBOL), un proyecto para volver a clasificar a las especies del planeta a través de ua secuencia corta de su código genético.

La idea, pensarán algunos, es un sueño guajiro sin futuro, pero a los casi cuatrocientos científicos congregados en la Academia Mexicana de las Ciencias les parecía real y posible reclasificar las especies para empezar a entender mejor la naturaleza y las relaciones entre los seres, vivos o muertos pero que tienen o tuvieron ADN.

Quizás los que nos desempeñamos en el ámbito de las ciencias sociales pensamos que los científicos son gente ensimismada que vive fuera del mundo, pero yo, después de entrevistar a varios de ellos allí, me quedé con la idea de que eran gente maravillosa con necesidad de explicar un mundo que ven con ojos distintos. El experto en plantas llama "individuos" a los árboles; el que vive en la selva se espanta más de ver a un hombre que de observar a millones de hormigas; el que analiza moléculas cree que es esa información, y no la de los medios de comunicación, la que salvará el mundo. Conocer a esos científicos fue una manera de entender que ciencia y ficción no están tan alejadas como parece...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Adiós a Francisco Ayala

La primera entrevista de mi vida periodística fue a Francisco Ayala en Sevilla, para una revista de mi facultad. Corría el año 1992 y Ayala había ido a la Expo Universal de Sevilla, si mal no recuerdo. Alguien me dijo que estuviera en cierto pabellón y esperara a que saliera el escritor... Lo hice, con las desgracia de que antes estaba la comida, el compromiso que tenía Ayala y su acompañante, una mujer siesa y malcarada, quien para nada se había contagiado del humor del escritor.

Ella hacía las veces de perro de presa y filtraba los compromisos de Ayala. Comieron con sus contrapartes y yo esperé más de una hora, una espera tediosa. Finalmente salieron y la acompañante, cuando me vio, resistiendo todo ese almuerzo y la sobremesa consiguiente, no daba crédito a lo que veía. Se me acercó y dijo que no habría tiempo para hablar con Ayala. Éste se acercó a ella y preguntó por mí, que quién era y qué necesitaba. Amable, dijo que claro que sí, que habría entrevista. Y se sentó a mi lado en ese sofá donde me regaló la primera entrevista de mi vida.

Fue un diálogo amable del que no recuerdo grandes detalles. De todo lo que pasó aquel día me quedaré siempre con el recuerdo amable del escritor, ya entonces Premio Cervantes de Literatura y académico de la lengua, que no dejó colgado al novel periodista. Ese era Francisco Ayala, el hombre que se acaba de ir el 3 de noviembre a los 103 años de edad... Mi entrevistado favorito, con quien partí plaza.