martes, 8 de febrero de 2011

Aristegui, la periodista que nunca entrevistó al presidente Calderón

La periodista mexicana Carmen Aristegui dejó de salir al aire ayer. En un primer momento pensé que el festivo que se celebrábamos era la causa de su salida pero luego me di cuenta de que no. La emisora MVS, a la que ella llevó a un liderazgo informativo matutino incontestable, había decidido echarla. El motivo: haber roto el código ético de la empresa haciendo una insinuación quizás, que el presidente podía padecer alcoholismo.

Dice la Oficina de la Presidencia mexicana que no pidió su cabeza. Me consta que no es la única vez que llaman, con o sin razón, a los medios de comunicación de este país para pedir correcciones, matizaciones o rectificaciones, con más o menos razón, en todos esos casos. El mandatario no simpatiza con los medios. Son contadas las ruedas de prensa que ha dado desde que asumió el poder, entre críticas por una posible falta de legitimidad tras unas elecciones reñidísimas, el 1 de diciembre de 2006. Aristegui no le caía bien, prueba de lo cual es que jamás, nunca, en los años en que ha estado en el poder, le concedió una entrevista. Las concedió dos veces en un día a periodistas, por ejemplo, como Joaquín López Dóriga, que trabajan en RadioFórmula y en Televisa, pero en ninguna ocasión a Aristegui. Es un pendiente de este presidente que, si bien pudo no haber influido en la destitución de la prestigiosa comunicadora, le ha hecho un flaco favor con su actitud en el sexenio a la libertad y a la pluralidad informativa de México. Por eso también se le recordará.

Por cierto, mi opinión del empresario-presidente de MVS Alejandro Vargas es que es un mediocre al que le importa muy poco eso del buen periodismo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Una camisa de Christian Dior

Hace días que la televisión no para de mostrar imágenes de Egipto. La revuelva popular que pide democracia no sale de las portadas. Desde México se ve lejos pero es un país mediterráneo que visité en 1992 y en el que quizás me quede algún amigo. Hay un cambio en ciernes que afectará a la arquitectura de poder de la región, lo presiento.

Estos días veía el conflicto con cierta distancia. Tahir quiere decir ya Tiananmen, o Tlatelolco. Si en 2010 el mundo miraba a un Haití devastado por un terremoto, ahora la vista se posa en el país de los faraones. ¿Qué tengo yo en común con ellos? El miedo al dolor, a la injusticia, a la opresión quizás... a que otros rijan mi destino sin dejarme pensar, decidir... Todo eso está en juego en Egipto, quizás, aunque algunos simplifiquen y digan que la revuelta es un Mubarak sí, o Mubarak no.

Esta mañana mientras me vestía pensaba un poco en todo eso, aliviado. Qué lejos está todo, me decía. Agarré mi camisa y al ir a enfundármela me percaté de un detalle menor hasta hoy: "100% Egyptyan cotton", decía la etiqueta. En un momento se rompió el embrujo del que se siente seguro, ajeno a los problemas de otros, a salvo. Un océano y un mar nos separan de Egipto pero lo que nos une es el repudio a la guerra, a la violencia, al sufrimiento...