martes, 17 de marzo de 2009

La mala imagen

Preocupante. De otra manera no se pueden interpretar las palabras que en las últimas semanas han pronunciado el presidente de México, Felipe Calderón, y varios altos funcionarios de su Gobierno sobre la imagen de su país en el mundo. La primera en hacerlo fue la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Lourdes Aranda, quien el 26 de enero, antes de que Calderón viajara al Foro de Davos, decía que el presidente iba a mostrar la "imagen real" de México.

Posteriormente, el 2 de marzo, fue el fiscal general de México, Eduardo Medina Mora, quien arremetió contra los informadores: "Los criminales organizados usan técnicas de comunicación para acrecentar el efecto de sus actos de intimidación (...) no es sólo la violencia que desplegan, sino la manera en la que lo hacen, precisamente porque saben que esa violencia y esa manera de desarrollarla será recogida por los medios y en ese sentido potenciará su efecto intimidatorio".
Agregaba en el mismo discurso más adelante. "Normar la libertad de expresión desde el gobierno daría lugar a muchos más peligros que beneficios. Estoy convencido de que son los propios medios los que deben autorregularse mirando por los más altos intereses de la sociedad a la que pertenecen y a la que sirven (...) En el combate contra el enemigo común, la ciudadanía necesita información completa y equilibrada, que presente fallas y debilidades, pero también fortalezas y resultados. Si bien la critica al trabajo del gobierno es fundamental para afinar estrategias y asegurar los resultados, es preciso, ante todo, que asumamos la existencia de un enemigo común al que combatimos de manera conjunta".

Finalmente ha sido el propio presidente Calderón quien el pasado 12 de marzo se ha mostrado inconforme con la imagen de México en el mundo, denunciado una campaña contra su país y pedido que cesen los ataques parciales después de la inclusión de la revista Forbes de Joaquín "El Chapo" Guzmán como el personaje en el puesto 701 de los más ricos del mundo: "Mi primer punto es, primero, lamentar profundamente que se haya escalado una campaña que parece que es una campaña contra México. Que la opinión pública, y ahora hasta las revistas, no sólo se dedican a atacar, a mentir sobre la situación de México, sino a exaltar a los criminales.
En lo que México lo consideramos, incluso, un delito, que es apología del delito. No me detengo en los detalles, quizá ustedes los conocen. Pero, evidentemente, eso ni nos arredra a nosotros ni modifica un ápice nuestra firme determinación de fortalecer el Estado de Derecho en México, de garantizar a cada mexicana y a cada mexicano su seguridad, y en eso estamos empeñados".
"Y si podemos observar, precisamente, este fenómeno veremos que la imagen que se ha transmitido de México es que si hay 6.500 muertes en México el año pasado, se genera la idea de que los ciudadanos mexicanos se están desplomando, abatidos por el crimen en las calles de esta ciudad o cualquier otra. Y eso no es así, y ustedes lo podrán constatar, además, en su estancia en México", agregó el mandatario.

Sus palabras trascendieron después de que el director de Inteligencia de EEUU, Dennis Blair, asegurase que debido a la corrupción generada por el narcotráfico el Gobierno de México había perdido el control de algunas "partes de su territorio", lo que rechazó con rotundidad el Gobierno.

Mi lectura de los hechos es que el Gobierno ha comenzado, él sí, una campaña en los medios para satanizar y criticar determinadas informaciones que considera negativas para la imagen del país. Donde muchos medios ven y relatan hechos crudos, el Ejecutivo mexicano ve una campaña en su contra. Difícil rebatir a quien cierra filas de esta manera y trata de desacreditar voces plurales. Cierto que Forbes ha sido criticada por no revelar los métodos de cálculo y más detalles sobre la fortuna de "El Chapo", pero de ahí a sostener que hay una campaña en contra de México hay un abismo. ¿Quién la orquesta, con qué propósito, a qué fines obedece? Esas son las respuestas que debería ofrecer un Gobierno mexicano muy duro con el mensajero, una vez más, injustamente tratado.

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