En los últimos días el norteño estado mexicano de Chihuahua ha sido centro de atención mundial debido a la violencia. El Gobierno ha desplegado allí a soldados y policías federales para tratar de recuperar el orden. El mensaje que envían es de firmeza y de máxima exigencia militar. Pasan de 7.000 los soldados desplegados en una población que pasa por ser la más violenta del mundo en estos momentos, con 132 asesinatos por cada 100.000 habitantes el pasado año.
El obispo de la mexicana Ciudad Juárez, Renato Ascencio León, considera que para recuperar la tranquilidad en Chihuahua hay que tratar de que quienes ejercen la violencia "se den cuenta de que son miembros de una sociedad que debe vivir en paz". Un discurso alejado del de la firmeza y contundencia del Estado que promueve Felipe Calderón. En entrevista señala que en la localidad se descuidó la educación de una "generación" que "se nos ha perdido", la misma que "en estos momentos está amenazando a la sociedad misma".
Para el jerarca católico "son muchas las personas que han muerto y que lo han hecho sin una razón de ser" en los últimos meses, más de 1.600 el año pasado en Juárez, y cientos más en distintos puntos del estado. "Aquí en Juárez yo creo que de una manera muy especial, por las necesidades tan fuertes que tienen las familias, muchas que han emigrado de otros lugares, se abocan al trabajo descuidando la formación de los hijos", explica.
En esa coyuntura los seis obispos de Chihuahua suscribieron y publicaron esta semana un mensaje de Cuaresma conjunto por la paz y la esperanza en el estado.
"Pensamos que ante estos tiempos difíciles que nosotros estamos viviendo (...) era conveniente que la voz como pastores, unánime, y (decir) que todos estamos en la misma línea de exhortar para que vuelva la paz y la tranquilidad a esta, nuestra región", dijo León. En el mensaje también se hace un llamado a las personas ligadas a los cárteles de la droga "para que se dejen reconciliar con Dios" y abandonen la violencia. León es un convencido de que esa vía también tiene cabida en el difícil momento que se vive en México. "Yo creo que ellos mismos (los criminales) tienen que darse cuenta de que son miembros de una sociedad y que la sociedad como tal los está rechazando, no los quiere", señala.
Sobre la intensa presencia de militares y policías federales en las calles de la Ciudad Juárez, que ha aumentado en los últimos días, espera que haga reaccionar a los violentos. El obispo cree que el despliegue "ha, por lo menos, hecho pensar a quienes están cometiendo estos crímenes que es necesario bajar esta ola de criminalidad", lo que se ha reflejado en una sensible disminución de los crímenes que sucedían a diario desde hace meses.
Finalmente a los juarenses les pidió mantenerse unidos a sus autoridades y como ciudadanos, "defendiéndonos en esta hora crítica, especial, que está viviendo nuestra sociedad".
También llamó a "confiar mucho en la protección de Dios" y seguir rezando "una oración por la paz" como cada mediodía hacen desde hace meses los fieles "en las familias, iglesias, colegios, en todos los lugares donde es posible" en Ciudad Juárez. "Yo creo que hay que pedir al Señor, que es el Príncipe de la Paz, que Él nos proteja. Nosotros vivimos en gran medida confiando en el Señor y nuestras fuerza, nuestras armas, son precisamente las espirituales", concluyó.
Un problema de difícil solución y respuesta en el que el análisis de la Iglesia católica representa en sí mismo un contrapunto del de las autoridades del país.
martes, 3 de marzo de 2009
El obispo de Ciudad Juárez apuesta por recuperar a la generación "perdida" que atenta contra la sociedad
Etiquetas:
Ciudad Juárez,
derechos humanos,
México,
violencia
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