Decía recientemente un periodista cultural español una verdad inmensa: "el entrevistador nunca está a la altura del entrevistado". Ciertísimo. Añadiría que cada vez menos los periodistas estamos a la altura de nuestros entrevistados...sobre todo en el medio cultural.
Primero que nada, porque abundan cada vez más las entrevistas por correo electrónico o a través del teléfono, en ausencia. Hay autoridades que sin rubor, piden las preguntas por anticipado, y algunos pseudoperiodistas que las entregan. Son cada vez más abundantes las apuestas por los famosos, no por la gente nueva, menos conocida, menos "mediática". Los medios vamos a lo seguro, a tiro hecho, a los "superstars" más preocupados por una audiencia asegurada que por una confrontación inteligente de ideas. La radio conserva cierta capacidad de ofrecer calidad, pero los medios impresos, y por extensión internet, cada vez menos.
A mi modo de ver una entrevista sin el entrevistador delante pierde mucho. Se quedan fuera gestos, apariencias, guiños, esa complicidad anterior y posterior a la cita "on the record", que a menudo deja tanto.
En México existe un término maravilloso, el de "chacaleo", como se conoce a la "entrevista banquetera" (de acera), hecha aprisa, a la carrera, un entrevistado y mil temas, mil micrófonos que le rodean. En ellas no se profundiza, se sacan comentarios cortos, de coyuntura, muy peleados, eso sí. Posiblemente haya que universalizar el término y enterrar la tradicional entrevista. ¡Muera la segunda! ¡Arriba el chacaleo!
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