jueves, 10 de mayo de 2012

México y España, hermanados por el exilio

El exilio de los españoles a México en la primera mitad del siglo XX fue una experiencia "afortunada" que hermanó a los dos países a pesar de las dificultades que entrañó para quienes lo vivieron y de la compleja coyuntura política en que se dio, explicó un historiador mexicano. A mí siempre me ha parecido que es un privilegio estar en México emparentado con aquella experiencia, especialmente porque encuentras mucha gente que tuvieron una positiva experiencia con aquellos ilustres republicanos, los mismos que consiguieron que España tenga una deuda con México muy difícil de pagar.

"Creo que el exilio siempre se ha valorado positivamente en todos los ámbitos. Desde mi punto de vista el exilio se conmemora, se festeja mucho porque en prácticamente todas las áreas del conocimiento siempre hay un exiliado destacado", dijo el experto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) José Francisco Mejía Flores.

El historiador coeditó el libro "De la posrevolución mexicana al exilio republicano español" (Fondo de Cultura Económica-FCE, 2011) junto a los académicos Mari Carmen Serra Puche y Carlos Sola Ayape. La obra analiza la historia del México posrevolucionario, el de la institucionalización a partir de 1920, y la llegada de los 24.000 republicanos españoles que cruzaron el Atlántico en busca de refugio, paz y un nuevo hogar. Mejía Flores sostiene que el libro "intenta poner en la mesa los claroscuros de este fenómeno" del exilio republicano contextualizándolo entre las circunstancias convulsas que ocurrieron entre los años de 1920 y 1950. Es un período importante, que podría pasar desapercibido sin la atención que le han prestado los historiadores.

"Estas tres décadas (1920-1949) me parecen fundamentales para entender lo que es la consolidación de un sistema que finalmente se va a mantener así hasta los años ochenta, cuando ya cambia el modelo y empieza el neoliberalismo", recuerda. Aquellos fueron unos años complicados para muchos países y en los que México, que iba camino de convertirse en un "régimen pragmático", se convirtió en "la capital del exilio político durante la II Guerra Mundial porque Francia está invadida por los nazis", refiere Mejía.

"Aquí van a llegar los principales líderes del exilio político: Juan Negrín (presidente del Gobierno de la II República, 1937-1945), su secretario Julio Álvarez del Vayo, Diego Martínez Barrio, que es nada menos que el presidente de las Cortes, llegará la familia de (Manuel) Azaña, fallecido en 1940, Indalecio Prieto", recordó.

"Debemos tomar en cuenta que existían muchos lazos de amistad entre muchos de estos políticos del exilio con postrevolucionarios mexicanos de la década de los veinte y treinta", agregó el historiador.

El grueso de los españoles llegó en dos oleadas (1939-1942 y 1946-1948) precedido del primer grupo, los llamados "Niños de Morelia", que arribaron a Veracruz el 7 de junio de 1937. Fue el general Lázaro Cárdenas (1934-1940) Cárdenas quien les abrió las puertas de México y su sucesor, Manuel Ávila Camacho (1940-1946), quien mantiene la apertura pero a la vez se muestra más receptivo con el franquismo y "consolida la política oficial de México hacia España", basada cultivar una relación comercial y cultural sin restablecer los lazos diplomáticos, algo que sucedería finalmente en 1977. Es en su mandato cuando se logra la reconstrucción de las instituciones republicanas en el exilio, cortes, ministerios y jefaturas de gobierno, en un acto que tendría lugar en la Sala de Cabildos de Ciudad de México en 1945.

Mejía Flores destacó la riqueza, diversidad y variedad del contingente de exiliados, familias enteras, "escritores, políticos, militares, incluso algunos sacerdotes que eran prorepublicanos" que quedaron "trasterrados", como dijo José Gaos. Esta apertura hacia ellos no se habría dado "sin el ideario de la posrevolución mexicano" que estableció la base de un nuevo Estado mexicano moderno y aspectos claves del mismo como el fuerte presidencialismo, una incipiente industrialización, la estabilización y el afianzamiento "de la unidad nacional". A la postre los españoles exiliados perderían la batalla política "cuando la ONU decide ya integrar al régimen franquista" a la organización internacional, "pero no la moral".

"Creo que la República se mantiene porque es más que un proyecto político. Es un proyecto moral, una conducta de vida, una forma de ver las cosas: laica, republicana, democrática", apuntó el historiador. La obra, que se presentará el próximo 16 de mayor en el Ateneo Español de Ciudad de México, está basada en trabajos presentados el 18 y 19 de noviembre de 2010 en las "Jornadas de la Posrevolución Mexicana al Exilio Español", que organizó la UNAM.

En 2015 se celebrarán los 75 años de la creación de las instituciones del exilio en Ciudad de México. Veremos si España es capaz de acordarse de ellos.

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