La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es una feria en mayúsculas. No es un certamen, se entregan premios pero no son lo medular. Hay autores famosos pero también otros menos reconocidos cuyo mérito es publicar en este mundo hipermediático. En la gran fiesta del mundo y los negocios editoriales en español el gran protagonista es el libro, ni más ni menos.
A su lado está la lectura, el hábito que da sentido al libro y que, además, ha extendido su presencia a internet, espacio de libertad (todavía), de guerras culturales futuras posiblemente, como el agua lo será de las grandes batallas de la humanidad algún día.
En Guadalajara no se pelea por la cultura, se pone en común. Se comparte. Hay protagonismos, premiados, famosos, grandes editores, pequeños, lectores anónimos y ávidos, lectores casuales, amantes del cine, de la música, curiosos, visitantes casuales, estudiantes interesados en leer y otros que se frotan las manos por pasar un día distinto, fuera de las aulas.
En la medida en que la FIL conserve este espíritu, juvenil, irredento, abierto, seguirá siendo una enorme, una gran fiesta de los libros. Un objeto tan cuestionado, con un futuro que dicen que peligra, yo no lo creo, ha logrado abrirse un espacio magnífico, poco reverencioso y muy dinámino, una fiesta de los libros y de la lectura por delante de los demás intereses.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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