Conocer un país distinto es muchas veces bucear en una nueva cultura. Es aprender de nuevo nuevos códigos básicos, lengua, cultura, y conocer de cerca conceptos nuevos. Habalr de la revolución Meiji, clave en la modernización de Japón, no tiene casi nada que ver con conocer de cerca la Revolución mexicana, con sus mitos, sus héroes y su construcción nacional. Uno lee a García Márquez y entiende más de América Latina, o se acerca al Quijote y entiende un poco más del ser español. Vargas Llosa explica el poder, y Carlos Fuentes, quizás, el peso de la historia en la vida de la gente, cómo condiciona su libertad.
Carlos Monsiváis era una ciudad, la de México, y la dejó este año menos vital, más pálida, menos entendible en su complejidad. Cruzar la barrera de los países, bucear en las culturas es un acto de profunda frustración, a menos que llegue un momento en que con unas cuantas obras clave, con un montoncito de vivencias, uno pueda entender el todo y convencerse de que está más cerca de entender a los seres humanos. Frustración...
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