Yukio Mishima, como se conoce en el mundo de las letras a Hiraoka Kimitake (1925-1970) fue un escritor difícil de interpretar, no sólo por sus libros sino por su trágico final. Hace años me recomendaron este pequeño libro, "Gogo no eiko" ("El marino que perdió la gracia del mar", Alianza) que ha resultado fascinante.
Sus protagonistas son una pareja de japoneses que se acaban de conocer, adultos, y se enamoran. Es un flechazo casi infantil, quizás platónico, pero se convierte en el eje de la novela, un fino argumento que cuenta cómo Fusako y Ryuji se miran, se desean, se aman...
Al lado de ellos está el hijo de la viuda, el pequeño Noboru, quien en apariencia es un adolescente inocente, apenas descubriendo el valor de la libertad y de la vida, que se transformará en un verdadero monstruo implacable. A su lado aparecerá su pandilla, un pequeño grupo de amigos de trece y catorce años que con pequeñas decisiones rompen con la noción de que la infancia es la edad de la inocencia.
Juntos, sociedad japonesa en estado puro, los amigos decidirán si el marido admirable, el marinero que vio tanto mundo, el hombre enamorado, Ryuji, tiene o no derecho a vivir en un mundo nuevo, que quiere construir sobre la base del amor pero que sucumbirá sin contemplaciones al destino trazado por esos niños, esa sociedad terrena, ese Japón de jerarquías, méritos, privaciones, enemigo de la libertad...
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