Primero fueron "Los rojos de ultramar" (2004), después "La última hora del último día" (2007) y ahora "La fiesta del oso" (2009), tres historias protagonizadas por personajes derrotados con la Guerra Civil en el fondo. No es fácil perder pero sí necesario para ser un buen ganador. No hay ganador sin derrota, sin capacidad para entender que puede haber un mal día, una racha difícil, una etapa oscura en la historia de una persona o un país.
El problema es que la racha dure, se prolongue más de lo necesario o sea negada por el afectado. Ese podría ser el diagnóstico de la España actual desgastada por el debate de la memoria histórica. Soler tiene claro que hubo ganadores y perdedores y se ha quedado con los últimos. Es una manera sabia de encarar el dolor y el pasado, posiblemente la más congruente.
Las novelas no solucionan guerras ni reparan entuertos pero ayudan a entender con más amplitud la Historia, desde la perspectiva del corazón y de los sentimientos. Es la intrahistoria de Miguel de Unamuno. El libro de Soler es desolador pero a la vez conmovedor, sobre todo en su escena final, una gran fiesta mediterrána que tiene a un animal y a un hombre como víctimas. Es una novela hecha con de "desparpajo", que mira al pasado sin lecciones que dar pero reconociendo que el futuro de una sociedad depende de su capacidad para verse y reconocerse completa. Algo que no es posible aún en España, que arrumbó en un rincón a los perdedores...
Un detalle más. Carles Geli, de El País, me descubrió una faceta desconocida de Soler, su manera de escribir con música. Dice que escribe sin tomar ni hacer esquemas, lo que daría a sus libros una dimensión sonora propia.
sábado, 2 de enero de 2010
Sinfonía de antihéroes
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