Ayer murió en Ciudad México Samuel Ruiz García a los 86 años. Se le liga al movimiennto zapatista de 1994 y de los años sucesivos, al que actuó políticamente y fracasó en lograr sus fines políticos dentro del sistema. García es recordado como el mediador de aquel proceso pero hay un antes y un después de aquella etapa.
Antes, fue un teólogo de la liberación en el sentido pleno de la expresión, un luchador por los pobres y los desposeídos. Si bien el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es considerado por muchos el corazón de los pueblos indígenas de Chiapas, quizás no sea erróneo otorgar parte de la centralidad en ese proceso a personas como Samuel Ruiz. No era un político pero estos le buscaban. No era un guerrillero pero aquellos también lo hacían. Era un obispo incubado al abrigo de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, un reformador de una Iglesia católica entregada a intereses de grupos, no de personas anónimas, desposeídas, ignoradas, apartadas, hechas a un lado, olvidadas.
Conocí a Ruiz García en mayo de 2002 en Tokio, meses antes de saltar a vivir en México. Le iban a entregar el premio Niwano, que otorga cada año una organización budista. Y el prelado se tomó la molestia de atenderme en un hotel. Hablamos de varios asuntos, de la incómoda ya pederastia en la Iglesia, y de los pobres del sur de México, a los que dedicó buena parta de su vida. Ya entonces estaba desengañado con la "vía política" para dar cabida a las transformaciones que planteaba el EZLN. Ruiz García era una persona de ideas claras y respuestas directas. He aquí el fruto de aquella conversación.
Samuel Ruiz afirma que la Ley Indígena incumple pactos San Andrés
Tokio, 9 mayo .- El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México), Samuel Ruiz García, lamentó hoy, al recibir el Premio Niwano de la Paz, que la Ley de Derechos y Cultura Indígena mexicana no haya satisfecho los acuerdos suscritos en 1996 entre el Gobierno de entonces y la guerrilla zapatista.
"Este galardón me permite denunciar de nuevo el sufrimiento de los pobres, de los indígenas, de los campesinos mestizos de Chiapas y del resto de México", afirmó el sacerdote tras recibir "en nombre de todos ellos" el prestigioso premio concedido por una fundación adscrita a la organización budista nipona Rissho Kosei-kai.
La entrega del Premio por la Paz y de los veinte millones de yenes (153.850 dólares) que lo acompañan permitió a Ruiz García, en su primer viaje a Japón, recordar a las víctimas mexicanas de las violaciones de los derechos humanos, en particular a los indígenas.
"Acepto este reconocimiento en nombre de todos aquellos que creen de verdad y que no pueden recibirlo en persona porque han sido silenciados, están en la cárcel o huyen para salvar sus vidas", añadió el sacerdote, de 77 años, que hace dos abandonó la diócesis de Chiapas y se marchó a vivir a Querétaro.
Desde allí, Ruiz mantiene su labor en defensa de los derechos de los indígenas latinoamericanos convencido de que los abusos producto de la globalización y las violaciones de los derechos humanos continúan aunque no se hable tanto de ellos desde el 11 de septiembre.
Respecto a México afirmó que la actual relación entre el Gobierno y todas las comunidades indígenas es colonialista: "Hay marginación en el fondo de la sociedad. Hablando en general estamos en el nivel económico más bajo".
El religioso se mostró confiado en que la Ley de Derechos y Cultura Indígena, contra la que se han presentado 321 recursos ante la Corte Suprema, sea devuelta al Congreso mexicano, por considerar que no satisface las exigencias de esos pueblos o del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La ley, en vigor desde agosto de 2001, no reconoce la personalidad jurídica de los pueblos indios ni incluye principios fundamentales como el derecho a la autonomía o al "uso y disfrute" de los recursos naturales de sus territorios, dijo.
"El trato a los pueblos y culturas que forman parte de la sociedad mexicana debe estar basado en el respeto de sus diferencias, en la asunción de su igualdad fundamental. El Estado debe facilitar la creación de una sociedad pluralista, que confronte la discriminación y corrija las desigualdades sociales y económicas", dijo Ruiz en su discurso recordando los acuerdos de San Andrés suscritos en 1996 por el EZLN y el Gobierno, entonces presidido por Ernesto Zedillo.
Miguel Alvarez, director de Sera-Paz y asesor del obispo, indicó que si la ley volviera a la Cámara "podría volver a abrirse un proceso de paz".
"Si por el contrario se confirmara que está bien, pasaríamos a un escenario de convulsión, no favorable a la negociación, sin posibilidad de entendimiento, que se agravaría por la crisis política que sufre México", añadió.
Antes de recoger el galardón, Samuel Ruiz dijo que la normativa legal de los indígenas tiene defectos de procedimiento y que tanto los congresos de cada Estado mexicano con mayoría indígena como el Congreso Nacional Indígena la han rechazado.
El obispo afirmó que los atentados ocurridos el pasado 11 de septiembre en Estados Unidos deberían interpretarse también como un cuestionamiento del sistema político-económico actual.
A su juicio, además de analizar quiénes los cometieron, se debería indagar en las condiciones que han generado el "empobrecimiento y aplastamiento de los derechos humanos individuales y colectivos".
"En este momento el Tercer Mundo particularmente emerge con un reclamo de la exigencia de un reconocimiento a los derechos colectivos, no sólo los individuales. Creo que en eso hay un avance histórico", señaló.
Finalmente, instó a los mexicanos a no ponerse en manos del presidente Vicente Fox como si fuera un mesías y esperar a que resuelva los problemas del país, sino a participar del "momento histórico" que viven.
"Tenemos que avanzar más y salir de una situación a la cual nos acostumbramos en estos años anteriores (con el gobierno del Partido Revolucionario Institucional) de eso que se llama `presidencialismo`", concluyó.
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