Hace años, cuando vivía en Japón, me topé con una muy particular manera de relacionarse con el idioma de aquellos que lo hablaban. Era una lengua difícil por lo mal enseñada que está. Eran tiempos en que se estudiaban en clases, sin apenas apoyo de internet y con pocos recursos didácticos avanzados. Lo más importante era conseguir un buen profesor o un tutor de estudios, en mi caso, implicado.
La lengua no es tan difícil pero la pedagogía en torno a ella sí lo es. Tokio, la gran urbe frenética e interconectaba, tampoco ayudaba demasiado a interactuar. Con todo, aquellos años (1996-2002) me dejaron un nivel aceptable de japonés oral y algunas herramientas para entender el escrito. Pero descubrí algo: el japonés tenía un enorme complejo de inferioridad con su lengua.
Que no fuera un idioma internacional, que no se conociese lo suficiente en el extranjero, les decepcionaba. Invertían en ello pero no habían dado con el modo de convertirlo en una gran lengua, capaz de saltar fronteras y seducir.
Todo lo contrario parece suceder con el español, el idioma de 550 millones de personas que superó sus orígenes. España es referencia en muchos aspectos de la lengua, pero secundaria en cuanto a número de hablantes. México tiene casi 112 millones, y Estados Unidos, cincuenta.
La lengua peninsular es una variante fuerte, sin duda, pero minoritaria en algunas cosas. Para hablar del vigor del español hay que fijarse en México y en su Proyecto Nacional Cultural, que no se olvida de EEUU. Lo ha dicho la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar.
No son proyectos excluyentes pero habría que trabajar con más determinación en establecer lazos y forjar alianzas para convertir al español en Estados Unidos en una gran lengua de cultura.
domingo, 19 de junio de 2011
El español, ¿lengua de cultura en Estados Unidos?
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