Cuando se habla de literatura se cree que los poetas escriben sobre todo para gente culta. Sin embargo hay muchas excepciones a esa regla, una de ellas el uruguayo Mario Benedetti. Dicen que hace unos años cuando vino a México la gente que no cabía en el Palacio de Bellas Artes para escucharle se sentó en las afueras del portentoso edificio porfiriano y escuchar el recital de Benedetti. Un lugar que sólo se usa para ocasiones especiales quedó entonces ampliamente rebasado.
Reconozco que no he leído lo suficiente a Benedetti como para entrar a detalle en su obra pero sí confesaré algo: ha sido el escritor que me ha enseñado de forma más auténtica lo que debe ser la tortura.
"Pedro y el Capitán" (1979) es un relato corto, con forma de obrita teatral, que en cuatro tiempos relata el interrogatorio a un desaparecido. Lo que en principio tendría un final harto previsible se revierte y el torturador cae en un proceso en el cual queda a merced del torturado, que responde a cada desafío con silencio, con imaginación y con el convencimiento de que no pierde el hombre que desaparece, sino aquel a quien su conciencia no le deja descansar en vida. Una joya, un reflejo de una parte histórica de las dictaduras sudamericanas. Trasladable a cualquier otra, por supuesto...
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